Hay modelos ergonómicos de almohadas que ayudan a paliar los dolores de cuello y espalda.
El objetivo de una almohada es que, cuando nos acostemos, contribuya a un buen descanso nocturno. Para ello, debe propiciar que la cabeza, el cuello y la columna vertebral estén alineados. Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU @consumidores), aseguran que para elegir la almohada correcta simplemente debemos tener en cuenta nuestra complexión y el modo en el que dormimos: boca arriba, de lado o de todas las maneras posibles. Ahora bien, si tenemos molestias cervicales, los expertos recomiendan almohadas con formas específicas, ya que estas pueden contribuir a que los dolores no vayan a más e incluso aliviarlos. De mariposa o cervicales Lo primero y más importante es que escojamos aquella almohada con la que estemos a gusto y nos sintamos cómodos. Las tradicionales, las alargadas de siempre, se recomiendan especialmente para las personas que duermen en cualquier postura. Las que tienen forma de mariposa, estrechas en la parte central y anchas en los laterales, se recomiendan en el caso de sufrir dolencias en las cervicales y en el dorsal de la parte superior de la espalda. De esta manera, alivian y previenen el dolor. La forma de esta almohada favorece que la parte cervical se apoye de forma correcta en el momento de acostarnos. Esto es lo que proporciona la calma que necesitamos en la zona, es decir, ayuda que se relajen los músculos dañados. Después están las llamadas almohadas cervicales. También se aconsejan cuando se sufren dolores en el cuello y la espalda. Estas son como las anteriores, ergonómicas, y poseen distintas formas que se adaptan mejor según la postura en la que durmamos. La importancia del material Una vez que hayamos escogido la forma de la almohada para calmar las molestias, debemos mirar también el material del que están hechas, ya que esto influye en la relajación muscular. Por un lado, las tenemos de fibra, sintéticas, que son bastante suaves, pero al lavarlas su interior se puede estropear. En el caso del látex, puede ser natural, sintético o una mezcla de ambos. Son suaves y proporcionan buen apoyo, sobre todo si se duerme de lado o se tiene una complexión corpulenta. Si contienen plumas, suelen ser demasiado blandas y no sujetan bien el cuello, ya que no tienen casi firmeza. Sin embargo, las de espuma viscoelástica pueden ser una buena elección, pues combinan apoyo, firmeza y suavidad. Es el tipo que más se suele utilizar en las almohadas cervicales.
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